EXPLORA CON ÉL : abril 2014

Jesús comparte con sus discípulos los secretos de su corazón. Después de lavarle los pies comparte con ellos, les habla y les muestra su testamento. Ellos son capaces de sentir que algo grande va a ocurrir.

Jesús quiere revelarnos su secreto más importante: la profundidad de su amor al Padre y a sus amigos. Es la profundidad de su amor a la humanidad. Nos asegura que no hay que temer que no tengamos miedo. Su gran deseo es que el compartamos con Él su confianza abandonada en el Padre. Quiere ayudarnos a comprender que comparte la misma vida del Padre, su vida es un don, pan de vida: ha venido para que todos tengamos vida y la tengamos en abundancia. Su vida es Eucaristía.

En esta noche Jesús nos revela su amor a través de símbolos, símbolos que se hacen tangibles para que abriendo nuestro corazón seamos capaces de descubrir en ellos la fuerza transformadora de Dios Padre.

El primer símbolo que nos regala es el símbolo del AGUA que limpia nuestra vida, no solo lo exterior de nuestra humanidad sino aquello que nadie conoce y que sólo Él es capaz de ver. Donde nadie nos ve, en la intimidad, donde no podemos hablar más que la verdad, en donde no existe la apariencia quiero encontrarme contigo Jesús está.

¿Qué hay en tu vida que necesita ser lavado por Jesús?

El segundo símbolo que hoy Jesús nos presenta es su PALABRA. Es su testamento, no es un gran discurso, es una invitación a amar: “Como el Padre me amó yo los he amado, permanezcan en mi amor”. Jesús se convierte en palabra viviente, nos ama hasta el extremo y lo que dice tiene sentido porque antes lo ha vivido. Jesús conoce nuestra intimidad, sabe de nuestra necesidad, sus palabras tienen el poder de transformar la vida y cuando habla no sólo habla, se acerca, nos mira, nos toca y nos invita a salir de donde estamos, a salir de las postraciones, a fortalecernos en su Amor, un amor que nos saca de nosotros mismos para llevarnos a los otros. Enséñanos a amar como tu Señor.

¿Hasta dónde es capaz de llenar tu amor por los otros? ¿Se parece tu amor al amor de Jesús?

El tercer símbolo es el PAN. En esta noche te nos muestras como pan, pan que se parte y se comparte, pan que alimenta y fortalece, pan que nos iguala y nos hermana. Es tu vida la que entregas, Jesús, y has buscado una forma discreta para quedarte, un gesto cotidiano, un gesto que nos recuerda el calor de un hogar y una familia, un gesto que nos convoca a todos alrededor de una mesa. Tu pan, Señor, nos hace más fuertes, nos convierte en tu casa, nos pide a gritos que te llevemos a los otros. Ayúdanos Señor a ser pan partido y compartido que sea capaz de fortalecer a los que en el camino siente que les va faltando tu alimento.

¿Soy consciente, en profundidad, de la oportunidad que tengo de transformar mi vida en pan partido y compartido para los demás? ¿A quiénes alimento, Señor?

El cuarto símbolo que Jesús nos ofrece es el VINO. Jesús, mirando con ternura a aquellos a los que tanto amó, tomó en sus manos el vino y dijo: “Tomad y bebed, esta es mi sangre”. Es el vino de la Presencia y de la Alegría, un vino que se transforma en vida y se derrama para que podamos compartirlo con otros. El Evangelio nos lo muestra en las bodas de Canaán. Hoy Jesús nos invita a sacar lo mejor que tenemos de nuestras tinajas, vino transformado en amor, entrega y servicio, son dones de Dios, es el milagro que hace que ese vino se convierta en amor traspasado y entregado para todos.

¿Tu vida es vino de Alegría y presencia de Dios para otros?